Evangelio
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Comentario
Permanezcamos unidos con Jesús, como sarmientos de una misma vid. Permanecer es no poner freno a la corriente de amor que él ha establecido. Como consecuencia, daremos los mejores frutos, los que comunican vida al prójimo.
Oración
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tú plantaste a tu Hijo en medio de los hombres como la verdadera vid, de amor siempre fiel.
Que tu Hijo nos reúna a todos juntos en él, que todos lleguemos a ser sarmientos de la misma vid y que el vino nuevo de justicia y amor llene toda esta nuestra tierra con alegría y paz.
Te lo pedimos por medio de Aquél cuya savia de vida fluye en nosotros, Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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