Al atardecer de ese mismo día, en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: “Soy yo, no teman”. Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
Comentario
A menudo vivimos situaciones nuevas e inéditas para la fe, oscuridades, incertezas, vientos contrarios. A veces sentimos la tentación del miedo, el desaliento, el derrotismo. En medio de todo esto, surge la ternura de la voz de Jesús, que nos dice, como les dijo a los discípulos: “no teman”. Él está ahí, con nosotros y en nosotros.
Oración
Oh Dios, Salvador nuestro:
Cuando seamos sacudidos por las agitadas olas de la vida, calma nuestros temores, y dinos: “No tengan miedo, estoy aquí con ustedes”.
Danos la gracia de ser conscientes de tu presencia y de la de tu Hijo Jesús especialmente en las dificultades de nuestra vida.
Haznos hombres y mujeres de fe y esperanza que sigamos siempre confiando en ti.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Oh Dios, Salvador nuestro:
Cuando seamos sacudidos por las agitadas olas de la vida, calma nuestros temores, y dinos: “No tengan miedo, estoy aquí con ustedes”.
Danos la gracia de ser conscientes de tu presencia y de la de tu Hijo Jesús especialmente en las dificultades de nuestra vida.
Haznos hombres y mujeres de fe y esperanza que sigamos siempre confiando en ti.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
No hay comentarios.:
Publicar un comentario