Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio».
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Comentario
A los vecinos de Jesús les costaba aceptar que Dios también ama a “los de afuera”, a los que no son del propio grupo.
Jesús retoma el episodio del profeta Eliseo con Naamán para enseñar a sus contemporáneos que Dios no se deja encerrar por nuestros criterios estrechos. Dios no pone fronteras, al contrario, quiere atravesarlas.
¿Estamos dispuestos a participar de este amor universal y sin distinciones?
Oración
Señor Dios nuestro:
Confiadamente te pedimos que tengamos suficiente fe para acoger a tu Hijo en medio de nosotros.
Te pedimos que los cristianos no se dejen llevar del egoísmo espiritual y del espíritu de clan, sino que su fe signifique tanto para ellos que quieran compartirla espontáneamente con otros para que tu Hijo sea conocido, amado y seguido en todo el mundo, ya que él es el Señor de todos ahora y por los siglos de los siglos.
Amén
Te pedimos que los cristianos no se dejen llevar del egoísmo espiritual y del espíritu de clan, sino que su fe signifique tanto para ellos que quieran compartirla espontáneamente con otros para que tu Hijo sea conocido, amado y seguido en todo el mundo, ya que él es el Señor de todos ahora y por los siglos de los siglos.
Amén
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