Pacifica mi espíritu, Padre mío, tranquiliza mis nervios y llena mi corazón de silencio y serenidad; vela sobre mí y bendice mi sueño y mi descanso y la de todos mis seres queridos.
Mientras, mi cuerpo reposará como un niño que duerme feliz en los brazos de su madre.
Así, en tu Nombre y envuelto en tu infinita ternura, descansaré tranquilo.
Amén.

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