Te doy gracias, Padre mío, porque has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día.
Te doy gracias porque, invisible, cariñoso, envolvente, me has cuidado a lo largo de estas horas.
Vela sobre mí, Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño, como un niño que duerme feliz entre tus brazos.
En tu nombre Señor, descansaré tranquilo.
Amén

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