San Martín de Dumio fue también conocido como Martín Dumiense o Martín de Braga.
Como su homónimo predecesor Martín de Tours, era oriundo de Panonia, en la actual Hungría. Debió nacer entre el 510 y el 520.
Por querer vivir la fe de sus fuentes, peregrina a Palestina, donde se dedica a la vida monacal y al estudio del griego, que le pone en contacto con los primeros santos Padres. Luego pasa por Roma atraído por la memoria de San Pedro.
Siguiendo las huellas de su homónimo y paisano a quien considera una referencia (Martín de Tours) atraviesa el reino de los francos y llega al noroeste hispano en el siglo VI, hacia el año 550, quedándose en el reino de los suevos para hacer apostolado, y se asienta en Dumio, cerca de Braga, capital del reino suevo, donde anduvo en labores pastorales unos 30 años, obteniendo la conversión del arrianismo al catolicismo, logro que San Isidoro señala en el año 560.
Fundó un monasterio en Dumio, posible residencia de los reyes suevos, del que fue abad durante varios años. Algunos años después fue consagrado obispo de Dumio. Más tarde, antes del 572, accedió al arzobispado de Braga.
Como escritor eclesiástico, san Martín es una figura de primer orden. San Isidoro de Sevilla y san Gregorio de Tours le consideran el hombre letrado más importante de su tiempo. Sus escritos, de hondo carácter misionero, tienen casi siempre un valor pedagógico-evangelizador que ejerció una gran influencia sobre la vida intelectual en la Edad Media.
San Martín muere hacia 579-580 y es enterrado en la capilla de San Martín de Tours del monasterio de Dumio, en un sarcófago donde es labrado un epitafio redactado por él mismo: “Nacido en Panonia, llegué atravesando los anchos mares y arrastrado por un instinto divino, a esta tierra gallega, que me acogió en su seno. Fui consagrado obispo en esta iglesia tuya, ¡oh glorioso confesor San Martín!; restauré la religión y las cosas sagradas, y habiéndome esforzado por seguir tus huellas, yo, tu servidor Martín, que tengo tu nombre, pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo”.
Como su homónimo predecesor Martín de Tours, era oriundo de Panonia, en la actual Hungría. Debió nacer entre el 510 y el 520.
Por querer vivir la fe de sus fuentes, peregrina a Palestina, donde se dedica a la vida monacal y al estudio del griego, que le pone en contacto con los primeros santos Padres. Luego pasa por Roma atraído por la memoria de San Pedro.
Siguiendo las huellas de su homónimo y paisano a quien considera una referencia (Martín de Tours) atraviesa el reino de los francos y llega al noroeste hispano en el siglo VI, hacia el año 550, quedándose en el reino de los suevos para hacer apostolado, y se asienta en Dumio, cerca de Braga, capital del reino suevo, donde anduvo en labores pastorales unos 30 años, obteniendo la conversión del arrianismo al catolicismo, logro que San Isidoro señala en el año 560.
Fundó un monasterio en Dumio, posible residencia de los reyes suevos, del que fue abad durante varios años. Algunos años después fue consagrado obispo de Dumio. Más tarde, antes del 572, accedió al arzobispado de Braga.
Como escritor eclesiástico, san Martín es una figura de primer orden. San Isidoro de Sevilla y san Gregorio de Tours le consideran el hombre letrado más importante de su tiempo. Sus escritos, de hondo carácter misionero, tienen casi siempre un valor pedagógico-evangelizador que ejerció una gran influencia sobre la vida intelectual en la Edad Media.
San Martín muere hacia 579-580 y es enterrado en la capilla de San Martín de Tours del monasterio de Dumio, en un sarcófago donde es labrado un epitafio redactado por él mismo: “Nacido en Panonia, llegué atravesando los anchos mares y arrastrado por un instinto divino, a esta tierra gallega, que me acogió en su seno. Fui consagrado obispo en esta iglesia tuya, ¡oh glorioso confesor San Martín!; restauré la religión y las cosas sagradas, y habiéndome esforzado por seguir tus huellas, yo, tu servidor Martín, que tengo tu nombre, pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo”.
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